Capitulo
14. "Cotilleos"
Camile
seguía rebuscando por su móvil, hasta que dio con el numero de
Emma, aunque prefería llamar a Shara, pero al saber que estaba en
casa de sus tíos no creía que le fuera a coger la llamada. Llamó a
Emma, sonriente, y esta al poco le contestó.
-Hola
Cami, ¿qué pasa?. ¿Es que me pillas algo ocupadilla... ?. -Dijo
entre leves risillas mientras intentaba no reír mucho.
-Es
que me acaba de pasar algo un poco raro. -Dijo soltando una sonrisa
tonta.
-¿Algo
raro?, ¿pero estas bien?... Ais, jo bobo estate quieto, déjate las
cosquillas. -Soltó Emma de golpe entre risas.
-¿Bobo?.
Ui ui Emma, ¿quién es el afortunado?. -Dijo burlona Camile.
-¿No
ibas a contarme algo Cami?. Pues cuenta que ya te contaré, pero no
creo que sea afortunado el bobito este. -Respondió de golpe Emma.
-Pues...
Que he llegado a casa, me metí en la habitación y bueno, salí a
poner el aire acondicionado para estar más fresca antes de pensar en
cambiarme para ir más aireada en casa antes de salir, y nada, va, se
abre la puerta del cuarto de baño y me sale un pedazo de tío que...
uuuuf, tiene alguna que otra marca, pero joder como esta el cabrón...
-Dijo mientras se mordía el labio.
-Ui
ui, me da de una que se acaba de pillar de alguien, y encima lo tiene
algo a mano eee. - Le dijo Emma con algo de guasa.
-No
digas tonterías Emm, sabes que no, reconozco que esta muy bueno y
esta para un... bueno ya sabes, pero no se, no me veo saliendo con
nadie todavía. - Respondió Camile.
-Ya
lo se Cami, pero vamos que lo tienes al lado y te ha puesto como una
moto, que me se de una que se lo ha comido con la mirada, ¿no?.
-Dijo Emma.
-No
te voy a decir que no... No soy santa. -Dijo mientras se reía
alegremente.
La
puerta del baño se volvió a abrir y Daniel salió disparado hacia
la habitación, se encerró y comenzó a vestirse como alma que lleva
el diablo.
-Me
se de uno que acaba de irse volando a su nuevo cuarto, que da la
casualidad que su habitación es la habitación de invitados de
chicos que esta delante de la otra habitación libre donde más de
una vez habéis dormido tu y las demás. -Dijo con una media sonrisa
en la boca.
-Me
da de una que ya esta planeándose cosillas por su cabeza... -Dijo de
golpe Emma.
-No
me hagas pensar... No me hagas pensar que me tientas. -Dijo medio a
broma Camile.
Emma
se comenzó a reír a carcajadas tras oírla y después suspirando
resopló y dijo:
-Bueno
cuídate, ¿va?. Y no seas muy picarona que nos conocemos eee, que me
voy que me esta llamando mi madre para comer y el bobo este se ha ido
ya a poner la mesa mientras hablaba contigo y ya se están
confabulando mi madre y él, nos vemos esta tarde, besos. - Y tras
esto colgó.
Camile
sonrió diciéndose a si misma, “ya, ya, el vamos, el bobo este,
si, si, vamos, el nuevo novio”. Se levantó del sofá y se dirigía
a la cocina y dentro se encontró con Daniel. Vestía con una
camiseta azul de manga bastante larga hasta los nudillos, como era
normal en el a pesar de la época del año, unos vaqueros negros y
sus zapatillas converses negras desgastadas. Iba algo despeinado, a
su manera, como era normal y habitual y estaba bebiendo un vaso de
agua con tranquilidad, aunque al ver a Camile entrando se sonrojo
cerrando los ojos, pero por la vergüenza pasada hace unos minutos la
cual no podía aguantar aun, quería salir de esa cocina de
inmediato.
-Hola,
antes no nos hemos podido presentar bien... -Dijo Camile hábilmente
al ver que parecía que quería salir de hay.- Me llamo Camile. -Tras
esto se acerco pero al ver que Daniel no decía nada en vez de darle
dos besos le tendió al mano.
-Hola...
Me llamo Daniel... Perdón por lo de antes, no sabía que había
alguien en casa... Soy el chico que viene a vivir una temporada.
-Dijo con el corazón en un puño y un nudo en la garganta mientras
estrechaba su mano.
-Tranquilo,
no importa. Oye, mi hermano va a llegar en nada con mi padre, y como
que no es muy agradable, menos cuando hablo de quedar con una amiga
mía... -Comenzó a decir de improvisto Camile.- ¿Te vendrías
conmigo y unos amigos estar tarde?. Así te puedo ir presentando
gente y tal...
-Yo...
No creo que sea buena idea, además, no se cuando empiezo a trabajar
con tu padre... Además... No se, esta tarde iba a ver si podía
salir con a dar una vuelta con otra persona, lo siento.- Dijo Daniel
tranquilamente.
-Aa...
Esto, lo siento. -Dijo Camile algo avergonzada, no se esperaba tan de
golpe una negativa, era como si le acabase de caer un vaso de agua
helada encima tras tanto calor.
-De
verdad, lo siento, pero hoy no... Puede que otro día si, me sería
de ayuda conocer gente en la ciudad. -Dijo Dani con una media
sonrisa.
-De
acuerdo, no pasa nada, lo entiendo. -Respondió Camile con algo más
de esperanza tras esa ultima frase.
-Esto...
Gracias. De todos modos nos vamos a ver más, ¿no?. Ahora vivimos en
la misma casa, al menos por un tiempo. -Dijo Dani sonriente, como
queriendo que la chica no se disgustase.
-Sí,
y la verdad es que me alegra, eres muy majo y sincero. -Respondio
Camile con una gran sonrisa.
-Bueno...
Esto, gracias. -Tras esto Daniel dejó el vaso a medio beber en al
mesa de la cocina y pasando al lado de Camile, salió por la puerta y
se fue al comedor rebuscando en su bolsillo el móvil para llamar a
Shara.
Emma
estaba sentada al lado de Bratt y frente a ellos estaba la madre de
Emma. La verdad es que era una mujer alta y delgada, con al cara muy
fina y una nariz algo pequeña, pero tenía los mismos ojos que Emma,
los cuales heredó de su madre, y los mismos labios. Sus cabellos
eran rubios como el sol y tenía normalmente una gran sonrisa,
amplia, con al que mostraba sus dientes blancos como el mármol
limpio. No tenia ojeras o rastros de vejez para la edad y era
bastante activa, a veces se decía que más que los jóvenes de hoy,
aunque siendo francos y muy a mi pesar, la mayoría de la juventud, y
con ello no me refiero a toda, es muy pasiva y se mueve solo por
conveniencia o para lo que quiere; normalmente para cosas que les
vienen bien o para salir de fiestas.
Bratt
estaba algo nervioso, el hecho de comer junto a la chica que le
gustaba y encima con su madre delante no le daban precisamente mucho
tiempo para relajarse, estaba algo tenso, hasta que de golpe, Emma,
tras empezar a comer lentamente y ver que Bratt estaba algo
intranquilo y sin apenas comer soltó: “anda bobo, come que no
quiero que te me quedes seco, que si no, no puedo presumir de ti.”
Esto provocó que un gran sonrojo apareciese por toda su cara,
notando un gran calor en sus mejillas mientras que la miraba con una
sonrisa tonta en sus labios pensando en aquellas palabras. De golpe,
Alison, la madre de Emma no pudo evitar sonreír llena de alegría y
a la vez riendo en su interior. Se le veía el plumero totalmente a
su hija por poco que lo notase Bratt, y encima, ya conocía el
muchacho desde que era pequeño y sabía que era de su vida por lo
que hablaba con su madre y de las veces que lo había visto, y encima
veía como su hija volvía a sonreír. La verdad es que Emma desde
que comenzó a intentar olvidar a Aiden y a juntarse más con Bratt,
se le veía más alegre y el color había vuelto a su rostro como si
la primavera hubiese llegado a su vida dejando atrás un largo y frio
invierno. Eso la alegraba bastante, por eso cada vez que Bratt se
pasaba por su casa y lo veía insistía en invitarle a comer, cenar o
pasar la tarde, y ya que era verano no iba a dejar escapar las muchas
ocasiones que se lo podrían presentar.
Emma
siguió comiendo con una gran sonrisa. La verdad es que Bratt la
hacia sentir muy bien, la hacia sonreír, la volvía a hacer soñar,
y algo estaba empezando a crecer en su interior, pero el recuerdo de
Aiden y las secuelas que había dejado este durante todo aquel tiempo
que estuvo con él, tras sus maltratos y sus insultos, habían dejado
mucha huella y aun así aparte de eso, no lo había olvidado del
todo. Era muy poco tiempo el que había pasado como para que pensase
en salir con nadie por mucho que sintiese, pero nunca descartaba al
posibilidad de dejarse enamorar de nuevo, si es que eso era posible.
Shara
estaba en casa de sus tíos con su madre y su hermana mayor Emily.
Solían ir mucho en verano, lo única pega que ponía Shara es que
casi nunca podía irse de hay hasta que no llegaba la noche y su
madre decía de irse a casa; aunque de vez en cuando le gustaba estar
en aquella casa de campo, porque podía perderse por un pequeño
bosquecillo que había cerca e ir a un lugar que tenía por nombre
“El Claro de la Alegría”, o así lo llamaba Shara, ya que cada
vez que algo la agobiaba o la mantenía triste se quedaba en el cada
vez que podía ir, y la verdad es que la tranquilizaba y alejaba de
la realidad durante un largo tiempo.
Emily
estaba recogiendo platos mientras Shara se encargaba de comenzar a
fregarlos a mano y su madre estaba con sus tíos en el comedor,
hablando y pasando el rato. La verdad es que Shara no lo estaba
pasando mal, ni estaba aburrida, estaba más bien en las nubes
pensando en Daniel y algo preocupada por el, preguntándose como le
estaría yendo el día, y justo cuando estaba ya acabando de fregar y
aclarar los platos y cubiertos de la comida su móvil comenzó a
vibrar en su bolsillo. Casi nunca lo cogía, pero teniendo en cuenta
que Dani seguramente hoy le llamaría no quería dar la llamada por
perdida si era de él, por lo que secó sus manos con rapidez usando
el trapo que tenía a mano al lado y sacó el móvil para coger la
llamada antes de que dejase de vibrar.
-¿Si?.
¿Quién es?. - Dijo Shara al responder a la llamada.
-Hola
pelirrojilla, ¿cómo estas?. -respondió de golpe la voz de Daniel.
-Hola
cielo, pues estoy bien, en casa de mis tíos. ¿Y tu?. -Dijo Shara
dulcemente con un leve sonrojo en las mejillas.
-Pues
pensando en ti y conociendo a la gente con la que voy a vivir. Por lo
visto vivo en el mismo centro de la ciudad y la hija del hombre que
me ha acogido se ha empeñado en que saliera con ella a ver a sus
amigos así sin más... Ha sido raro... -Le dijo Daniel.
-Anda...
¿Y que le has respondido?. -Soltó Shara mordiéndose el labio
inferior nerviosa.
-Pues
que no boba, si quería decirte a ti de salir un ratito si podías.
-Respondió Dani.
-Aaaa...
Pues... Claro que sí, solo falta que mi madre me deje, pero claro,
podemos ir si quieres con unos amigos míos que quedado esta tarde.
Irá Emma que ya la conoces. -Dijo algo avergonzada al haber
preguntado lo anterior de golpe sin pensar.
-Lo
que quieras cariño. -Respondió Dani.
-Espera
un poquito, ¿va?. Bueno no, mejor te llamo ahora y te digo. -Dijo
Shara pensando que decirle a su madre.
-Vale
pequeña, no pasa nada. Un beso, te quiero. Y espero esa llamada eee.
-Respondió Daniel dulcemente con una sonrisa en la boca.
-Igualmente
enano. Si, tranquilo que te llamo esta vez yo bobo. -Dijo risueña
Shara.
-Va,
hasta ahora cariño. - Dijo Daniel.
Tras
esto Shara, bastante sonrojada se dirigió al salón, pensando que
decirle a su madre para convencerla, puesto que no muchas veces
aceptaba dejarla ir cuando estaban de visita, más que nada porque le
tocaba a ella usar el coche para llevarla y para una vez que va a ver
a su hermano no quería tener que esta de “viajecitos” como
muchas veces les replicaba a alguna de las dos cuando le insistían.
Su
madre era una mujer de estatura media, delgada y de unos cuarenta y
siete años. Con un cabello rojizo algo oscuro, aunque no muy vivo,
ya que era más bien una mezcla entre un rojo oscuro y un castaño
pálido y claro. Tenía unos grandes ojos de color verde, intensos y
penetrantes, con unas leves bolsas del poco descanso y el paso de los
años. Aparentaba tener muchos menos años de los que tenía al igual
que la madre de Emma.
Sus
tíos algo diferentes. Su tío, que era el hermano de Jane, que así
es como se llamaba la madre de Shara, era alto y a pesar de su
envergadura era bastante corpulento. Con un color de piel algo pálido
y unos cabellos cortos y repeinados con una raya en el lado derecho,
y al contrario que su hermana con un color rojizo anaranjado bastante
intenso, que contrastaban con unos pálidos ojos azules. El paso de
la edad había hecho, junto al cansancio de su trabajo, bastante
mella en él. Tenía unas cuantas arrugas en la frente y una ojeras
visibles aunque algo disimuladas y era algo mayor que Jane, ya que a
la semana siguiente cumpliría los cincuenta y dos.
Su
mujer era de una estatura media, aunque algo baja, y era algo
rechoncha. Tenía unos ojos algo pequeños de un color castaño, al
igual que sus cabellos, cortados a media melena por los hombros y de
un color castaño oscuro. Su rasgo más característico era una
pequeña mancha rojiza en la mejilla izquierda, cercana al ojo. Unas
pequeñas ojeras mal disimuladas se podían apreciar y tenía una voz
algo ronca, y su edad era casi al misma que su marido, ya que tenía
cincuenta años.
-Mama...
Podría salir esta tarde un rato, ¿por favor?. -Le preguntó Shara a
Jane al entrar al salón algo sonrojada.
-¿Ya
estamos?. - Dijo Jane al oír la pregunta de su hija mientras la
miraba a los ojos con algo de mal humor.
-Es
que viene una persona que no se cuando volveré a ver... ¿Puedo, por
favor?. -Le insistió su hija de nuevo.
-Ya
sabes que pienso de los viajecitos cuando venimos a esta casa
Shara... - le respondió Jane a su hija.
-Es
que yo...
-Ya
te llevaré yo, pero dame media hora. -Le interrumpió de golpe su
tío a Shara.- Pero luego no te recojo y tu madre tampoco
seguramente, así que búscate como volver a tu casa. Quien algo
quiere, algo le cuesta. -Le sonríe tras decir esto último.
-Esto...
Gracias tío. -Shara le sonrío y le dio un beso en al mejilla,
saliendo luego del comedor, donde su madre empezó a preguntar a su
hermano porqué el empeño de llevarla, ya que era la primera vez que
decía el de llevar a una de sus hijas para que salgan cuando están
en su casa.
Shara
estaba emocionada, al fin vería de nuevo a Daniel, ya podría estar
con él otra tarde más, y el solo pensarlo le hacía muy feliz y la
llenaba por dentro.
Pero
aquella tarde iba a ser una tarde intensa de cosas por descubrir, de
secretos a la luz y de impresiones que conmocionarán a muchos, será
una tarde de historias que contar.